Ascensores accesibles: normativa y soluciones para eliminar barreras
En pleno 2025, todavía hay comunidades de propietarios y edificios públicos en España donde acceder a un ascensor representa un desafío para muchas personas.
La accesibilidad universal no es solo una cuestión de inclusión: es un derecho. Y cada día que pasa sin adaptar un ascensor, se mantienen barreras que limitan la autonomía de personas mayores, con movilidad reducida o en silla de ruedas.
¿Qué es un ascensor accesible?
Un ascensor accesible es aquel que cumple con una serie de requisitos técnicos, normativos y de diseño que permiten su uso por cualquier persona, independientemente de sus capacidades físicas. Esto implica mucho más que tener un ascensor “funcional”. Requiere:
Cabinas con dimensiones mínimas para permitir el acceso con silla de ruedas.
Pulsadores accesibles, en altura adecuada y con señalización táctil o en braille.
Barrido de puertas automático y sensores que detecten obstáculos.
Indicadores visuales y acústicos para facilitar la orientación.
Nivelación perfecta en planta para evitar escalones o desniveles.
Estas condiciones no solo están recogidas en normativa, sino que son la base para garantizar un uso seguro y autónomo.
Normativa de accesibilidad en ascensores en España
En España, la accesibilidad está regulada por distintas normativas a nivel estatal, autonómico y local. Algunas de las más relevantes en el ámbito de los ascensores son:
Código Técnico de la Edificación (CTE): especialmente el Documento Básico de Seguridad de Utilización y Accesibilidad (DB-SUA), que fija los criterios que deben cumplir los edificios nuevos o reformados en materia de accesibilidad.
Ley General de derechos de las personas con discapacidad y su inclusión social (Real Decreto Legislativo 1/2013), que establece la obligación de eliminar barreras arquitectónicas en los edificios existentes antes del 4 de diciembre de 2017. Aunque esa fecha ya pasó, todavía hay muchos casos pendientes de adaptación.
Normas UNE-EN 81-70 y UNE-EN 81-82: regulan los requisitos específicos que deben cumplir los ascensores nuevos en materia de accesibilidad y las actuaciones necesarias para modernizar los ya existentes.
¿Qué soluciones existen para adaptar un ascensor?
La buena noticia es que existen múltiples soluciones técnicas que permiten adaptar un ascensor antiguo para que cumpla con los criterios de accesibilidad:
Cabinas más amplias: en algunos casos es posible sustituir la cabina existente por una de mayor tamaño que se ajuste a las dimensiones mínimas (1,00 x 1,25 m o 1,10 x 1,40 m, dependiendo del caso).
Acceso a cota cero: eliminar los escalones del portal y situar el ascensor al nivel de la calle es una de las reformas más comunes y efectivas. Aunque puede implicar obras importantes, es clave para eliminar la primera gran barrera.
Puertas automáticas: reemplazar puertas manuales por automáticas con sensores evita que las personas con movilidad reducida dependan de ayuda externa.
Señalética adaptada: incluir indicadores sonoros y visuales, pulsadores en braille o con relieve, y pantallas claras y de buen contraste.
Modernización de componentes: en algunos casos, es necesario sustituir el cuadro de maniobra o los sistemas de comunicación para cumplir con los requisitos actuales.
¿Quién debe asumir el coste?
Una de las principales barreras para avanzar en la accesibilidad no es técnica, sino económica. ¿Quién paga estas reformas?
La Ley de Propiedad Horizontal establece que si una persona con discapacidad o mayor de 70 años lo solicita, la comunidad está obligada a ejecutar las obras necesarias para garantizar el acceso, siempre que el coste no supere doce mensualidades ordinarias de gastos comunes. En muchos casos, además, existen subvenciones públicas de ayuntamientos o comunidades autónomas para fomentar estas reformas.
Beneficios más allá de la accesibilidad
Adaptar un ascensor no solo beneficia a personas con movilidad reducida. También mejora la calidad de vida de:
Personas mayores que viven solas.
Familias con carritos de bebé.
Vecinos con lesiones temporales (muletas, escayolas...).
Servicios de emergencia o reparto.
Además, revaloriza la vivienda y mejora la eficiencia energética del edificio si la reforma incluye modernización técnica.
Conclusión
La accesibilidad no debería ser vista como un gasto, sino como una inversión en dignidad, futuro y valor. En un país que envejece rápidamente, contar con ascensores accesibles no es solo una cuestión de cumplimiento legal, sino de sentido común. Eliminar las barreras arquitectónicas es una responsabilidad compartida. Y cada paso que demos hacia la accesibilidad universal, es un paso hacia una sociedad más justa y habitable para todos.